sábado, 8 de marzo de 2008

¿Qué decís?

Con motivo de los festejos del Día Internacional de la Mujer, ha llegado a mis manos un comunicado de prensa del legislador marplatense Carlos Nivio (Coalición Cívica), que informa sobre la elaboración de un proyecto de ley que crea el “Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres” para la Provincia de Buenos Aires.

Según la iniciativa, “cada una de las áreas del Estado provincial deberá desarrollar un programa específico para el logro de la igualdad de género en la implementación de sus políticas públicas”, indica el escrito.

Sin embargo, la cosa se complica cuando avanzo en su lectura: “Se establece la obligatoriedad de aplicar principios y estándares básicos de equidad, tanto en los programas, proyectos y acciones integrantes del mismo, como en las contrataciones que efectúe el Estado”. Allí la cosa me huele feo. La Real Academia Española define a la equidad como la “justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva”, y a la “disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece”.

Me voy a quedar hoy con la segunda definición: dar a cada uno lo que merece. Entonces, el machismo político sigue gozando de buena salud. Para el hombre todo esto y a las mujeres aquello, “que es lo que se merecen”. La confusión dialéctica está presente en el mismo comunicado: abogamos por la igualdad y por la equidad. ¿O por la equidad y decimos que es igualdad? ¿ O no distinguimos entre estas dos (grave error)? ¿O no nos interesa y tenemos que justificar nuestros ingresos cuando abrimos nuestra agenda de efemérides mensuales? “Total la gente no le da importancia a esas cosas... vos poné ahí”.

Quizás se trate de un error de tipeo, pero veamos que dijo el diputado “lilito” sobre el proyecto: “El Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres constituirá una herramienta fundamental para hacer realidad la equidad de género en todas las acciones que desarrolle la Provincia. Los derechos de las mujeres han sido reiteradamente proclamados a todo nivel, pero no siempre son llevados a la práctica. Como afirmaba Alicia Moreau de Justo. Los hombres y las mujeres tienen iguales derechos, pero se debe buscar la manera de hacer realidad esos derechos”.

La hipótesis de que se haya tratado de un error de escritura se rinde ante la evidencia: el diputado es preso de sus palabras. En varios casos no me interesa escindir entre el lenguaje objetivo y el acto subjetivo del habla. Pero en este caso sí, ya que me parece un tema crucial. Quizás, la trampa se encuentre en la circulación discursiva, en los códigos con los que se producen y se reconocen los mensajes: digo cualquier cosa, sabiendo que lo leerán según el significado que le entregué. Error! Luego vienen las respuestas del tipo: “no, lo que pasa es que... lo que quise decir... estem”. Basta por favor.

Qué situación paradojal! Mientras se presenta un proyecto “progresista”, “socialista”, que apoya el desarrollo de la mujer y su IGUALDAD con el hombre dentro del sistema, en su seno se reproducen las lógicas discursivas y las contradicciones propias del sistema capitalista: decimos esto pero hacemos aquello, esto para nosotros significa. Un buen proyecto encuentra en sus fundamentos las herramientas para su destrucción semiológica y funcional.
IGUALDAD y EQUIDAD no son sinónimos, si bien se utilizan como tales.

Este espacio aboga por la diversidad: incluye a todos. No distingue. Y por la igualdad. Para todos. No a cada uno lo que se merece. La mujer y el hombre deben ser iguales. No equitativos como hasta ahora. Y no pretendo con esto obtener respuestas que caigan en facilismos fisiológicos y psicológicos, sino pensar que la mujer tiene todo a mano para desempeñar las tareas que históricamente han sido reservadas para el hombre. Sólo falta su decisión. Y políticas y leyes que la promuevan. Es posible que no haya existido (así lo creí y lo sigo creyendo) Cristina sin Néstor. Bueno, esto es parte de un colectivo imaginario difícil de destruir. Siguiendo la visión antropológica de Raymond Williams, se trata de elementos “arcaicos” o “residuales” difíciles de desterrar; que no dejan lugar a los otros “emergentes”, con ideas nuevas y superadoras, que mientras provengan de proyectos que se presenten como éste, no pasarán de ser bellas y erróneas palabras.
Feliz día para las mujeres de todo el universo. Salud!

Gastón Ariel Vega, 07 de marzo de 2008